El promontorio sobre el que se levanta el Castillo fue testigo de asentamientos íberos y romanos, hasta que Abderraman III decidiera erigir esta fortificación que alberga hoy La Zuda (pozo), que ha dado nombre al Parador.
La posterior influencia de la nobleza cristiana se materializó con Ramón Berenguer IV, de cuyo mandato se conservan tres recias chimeneas y cuatro ventanales del gótico catalán.
Esta fortaleza invita a la huida de los sentidos, por efecto de las bellas vistas de la vega del Ebro y las montañas de Beceite. A esta fragilidad colabora la piscina y los balcones de madera. El mobiliario de rango clásico y las vigas de madera, denotan comodidad añadida a sus estancias. La ornamentación del interior asimila el predominio de caracteres cristianos y regios.
Vista del Río Ebro desde el Parador de Tortosa
Balcones del Parador de Tortosa
Pasillo del Parador de Tortosa
Interior del comedor del Parador de Tortosa
Entrada al Parador
Mi estancia en el Parador
Estuve alojado en la habitación 220, de las denominadas doble superior con dosel e hidromasaje. Esta habitación contaba con un pequeño hall de entrada, y a continuación de un pequeño pasillo donde se encontraba la habitación propiamente dicha.
Hall de la habitación 220
Hidromasaje
Cama con dosel de la habitación 220
Conclusión final
Un Parador muy bonito exteriormente, pero que acusa el paso del tiempo. Sin duda la reforma incluida en el plan estratégico de Paradores 2009-2012, y en el que está prevista una inversión de 7.000.000 de euros para este año 2009, le dotará de un aspecto mas moderno para hacer aun mas atractiva la visita al Castillo de La Zuda. Por el entorno (Rio Ebro y el Delta), y por la propia ciudad de Tortosa, es un Parador muy recomendable pos su tranquilidad, como es habitual en la Red, sin olvidar una atención exquisita.
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